90 anos do recoñecemento da Galicia como nación europea

O 18 deste mes cúmprense 90 anos do recoñecemento da Galicia como nación europea polo IX Congreso das Nacionalidades Europeas, organismo adscrito á Liga das Nacións (SDN), precedente da actual ONU. A delegación galega estaba integrada por Plácido Castro, secretario de Relacións Internacionais do Partido Galeguista (PG) e presentou a súa candidatura considerando que “…Galicia é unha nación ben definida que se diferencia claramente dos outros pobos que habitan España..” e afirmando “…o dereito innegable do pobo galego a dispor de si mesmo”.
Cómpre recoñecermos que a asunción pola Liga das Nacións desta nosa cualidade nacional baseouse no intelixente traballo de relacións internacionais desenvolvido polo PG e por Plácido Castro, sendo o primeiro froito obtido pola colaboración estratéxica de Galicia, Euskadi e Catalunya desenvolvida por Galeuzca, pacto asinado en Compostela o Día da Patria dese mesmo 1933 no local do Seminario de Estudos Galegos (que este 2023 celebra tamén o seu centenario) entre o PG, Ultreya, PNV, ERC, os soberanistas vascos de centro-esquerda da ANV, os democristiáns cataláns da UDC, a Acciò Catalana Republicana (ACR) e a organización cívica catalá Palestra. A axuda de vascos e cataláns, neste senso, foi fulcral para o rápido recoñecemento nacional de Galicia pola SDN.
O precedente deste primeiro Galeuzca é a Tripla Alianza, que cumprirá tamén cen anos na vindeira Diada do 11-S, reivindicadora da plena soberanía das tres nacións (fronte á ampla autonomía no marco da Constitución republicana de 1931 reivindicada pola Galeuzca de 1933) e que tivo unha moi curta vida por mor do golpe de Estado de Primo de Rivera do 13-S daquel 1923.
A seguinte xeira de Galeuzca (1943-1946) vai facer posíbel un traballo conxunto que permitirá a constitución do Consello de Galiza presidido por Castelao (novembro 1944), como órgano fiduciario da vontade da cidadanía galega manifestada na elección parlamentaria de febreiro de 1936 e na amplísima aprobación estatutaria no plebiscito do 28-X de 1936. Unha actuación que determinará a aprobación daquel Estatuto de Galicia nas Cortes de México (1945) e máis a incorporación de Castelao como ministro representante da Galicia (e non só do PG) ao Goberno republicano no exilio de José Giral (1946-47).
Esta decisión plebiscitaria de 1936, o recoñecemento europeo e máis a hábil acción política do galeguismo político deses anos explica que a Disposición Transitoria Segunda da Constitución de 1978 facilitase o acceso inmediato ao máximo nível de autogoberno de Galicia, canda Euskadi e Catalunya e a súa definición como nacionalidade no vixente Estatuto. Mais tamén facilita, cara ao presente e próximo futuro, a apelación que vén de facer o lehendakari Urkullu ao noso dereito de decidir, como comunidade nacional previa á Constitución, na aplicación do principio democrático.

Todo apunta a que Artur Mas será investido presidente

Aunque la asamblea no vinculante de Manresa celebrada el 29 de noviembre evidenció que el apoyo a la investidura de Mas no es mayoritario en la CUP, todo apunta a que la asamblea decisoria que los cupaires celebrarán el 27-D podría posibilitar que Mas forme gobierno a principios de enero, evitando así las elecciones. La coincidencia temporal de este gobierno con el Gobierno de coalición PP-C’s que aparentemente saldrá de las elecciones del 20-D promete que no serán fáciles las soluciones de diálogo y consenso y sí serán muy posibles escenarios de tensión, confrontación e incluso choque de trenes una vez se constituyan los nuevos Gobiernos estatal y catalán.
En 1893 se reunió el catalanismo militante en la ciudad de Manresa, el centro geográfico de Catalunya. Esta reunión encumbró al joven Prat de la Riba al liderazgo de una nueva política: la de la recuperación de la catalanidad polítiica, manifestada con la aprobación del ideario catalanista expresado en “Las Bases de Manresa”. Antes, el patriota gallego Alfredo Brañas había escrito El Regionalismo Gallego, cuyas ideas constituyeron una importante aportación al debate manresano. Al año siguiente (1894) otro patriota, Sabino Arana, residente en Barcelona años atrás, fundaría el EAJ-PNV. Prat de la Riba, Arana y Brañas compartían un principio práctico: nadie mejor que nosotros para gobernar nuestros países; empobrecidos por la monarquía castellana, la absurda centralización funcionarial y el incipiente capitalismo de amiguetes de fines del siglo XIX.
La llamada Candidatura de Unidad Popular (10 diputados y casi el 9% en las elecciones nacionales de Catalunya del pasado 27-S) celebró el pasado día 29 una asamblea deliberante, no decisoria, en la misma ciudad del Bages. Su resultado visualizó que a la mayoría de la militancia del partido del independentismo socialmente irredento no le preocupa la construcción política, aunque exista una significativa minoría que apoya la investidura de Artur Mas. Pilar Rahola lo ha contado muy acertadamente: existe una minoría del independentismo que no entiende que de lo que se trata es de construir Estado, construir instituciones, construir convivencia.
Construir un Estado nuevo es complicadísimo. Las luchas armadas entre el Irish Free State y el Irish Republican Army (1922-1924) deberían ser un ejemplo permanente para todos los ciudadanos europeos que nos reconocemos pertenecientes a una nación distinta de la ciudadanía estampada en nuestro pasaporte. La mayoría de la CUP incurre en el infantilismo del: “Lo quiero todo y lo quiero ya”.
Se olvidan sin duda que, siendo apreciable la aportación de la CUP al procès, es ciertamente minoritaria. La conjunción de los partidos CDC y ERC -y sus aliados- y de las organizaciones patrióticas Òmnium y Assemblea Nacional Catalana (ANC) suponen más del 80% de la ciudadanía catalana comprometida con la independencia.
Pero la presión social y mediática ha comenzado a surtir su efecto. El antiguo portavoz parlamentario de la CUP, David Fernández, escribía hace pocos días en el periódico Ara Cat defendiendo la investidura del president por parte de dos de los diez diputados cupaires. Y David Fernández es, sin duda, una persona influyente en la CUP. De los más influyentes.
Ello no obstante, la CUP tiene una dependencia de sus bases muy superior a las otras fuerzas políticas, más atentas quizás a su electorado. La CUP ha convocado una Asamblea decisoria para el 27 de este mes, una semana después de las elecciones. Allí se decidirá el apoyo a la investidura de Mas. El rechazo a la investidura determinará que el 9 de enero se convoquen automáticamente nuevas elecciones para marzo de 2016. Pero ello no ocurrirá, previsiblemente. La CUP ha manifestado por activa y por pasiva que no quiere nuevas elecciones y Junts pel Sí también ha dejado claro que no será posible otro candidato a la presidencia que no sea Artur Mas.
Es muy probable que el Gobierno del estado que salga de las elecciones del 20-D, a tenor de las últimas encuestas, sea un gobierno PP-C´s, el cual se cerraría en banda tanto a un referéndum no vinculante en Catalunya como a una reforma constitucional que reconozca el derecho a decidir. Incluso cabe pensar que, de existir esta reforma, no será precisamente para incrementar el autogobierno de las nacionalidades.
Este Gobierno confrontará, desde luego, con el nuevo Gobierno Mas, que comenzará su ejecutoria a primeros de 2016. Un Gobierno inmovilista en Madrid alimentará sin duda el procès y acercará al independentismo a miles de catalanes votantes de las opciones de tercera vía el 27-S, como Unió y Catalunya sí que es pot (más de un 12% de votos), mientras la vinculación del nuevo Gobierno catalán a la resolución parlamentaria del 9-N (ya anulada por el Constitucional) generará escenarios de gran tensión política.
En estas circunstancias, la hoja de ruta de 2016 de Junts pel Sí y del Gobierno que eventualmente forme Mas en enero priorizará la búsqueda de soluciones negociadas en el ámbito de la Unión Europea. Y es que, aunque las manifestaciones de los políticos europeos hayan sido en muchos casos poco estimulantes para el independentismo, en diversos grupos del Parlamento europeo y en diversos departamentos de la Comisión Europea preocupan -y mucho- las consecuencias del choque de trenes que se acerca.

Cartas catalanas (VII): El independentismo catalán ganó tanto en escaños como en votos, sin alcanzar el 50%

En las elecciones de este domingo en Cataluña, las dos candidaturas independentistas ganaron al obtener en conjunto 72 sobre 135 escaños y un 47,8% de votos, frente al 39,4% del unionismo, el casi 9% de CSQEP, donde coexistían independentistas como su candidato, partidario del derecho a decidir, y el 2,5% confederalista de Unió.
Las opciones independentistas ganaron, pues, ampliamente la mayoría absoluta en escaños en las elecciones catalanas con la mayor participación de la historia (más del 77%). Junts pel Sí (coalición transversal entre Convergència y Esquerra con la aportación de sectores ciudadanos no partidarios) obtuvo 62 escaños (9 menos que la suma de los dos partidos en el 2012) con casi el 40% de los votos, mientras que las CUP, con un 8,2% aumentaron de 3 a 10. El número de escaños y de votos entre las tres fuerzas independentistas queda sustancialmente igual: suben al 47,8% desde el 47,7% del 2012, bajan a 72 diputados desde 74, con el umbral de la mayoría absoluta en 68 de los 135 escaños), a pesar del extraordinario incremento de la participación y la defección de los democristianos de Unió, tercera vía que quedó a las puertas del Parlament con menos del 2,5% de los votos.
El unionismo del PP, PSC y C´s obtuvo un 39,4% de los votos, destacando el extraordinario éxito de la formación de Albert Rivera, que sube de 9 a 25 escaños, con un 18% de votos, consiguiendo la segunda posición. Miquel Iceta salvó los muebles perdiendo solo 4 escaños (tenía 20 y tendrá 16), con un discreto 12,7% de votos que sirve de consuelo a lo que fue ganador en Catalunya en las generales del 2004 y del 2008. Pero el PP fue el grande derrotado de la noche, con 11 escaños (tenía 19) y menos del 8,5% de los votos, con parejos resultados a los de las CUP y Catalunya sí que es Pot, que obtuvo los mismos 11 escaños que el PP.
La coalición de Podemos Cat, Iniciativa per Catalunya-Els Verds (ICV) y la filial catalana de IU fue la segunda gran derrotada, al bajar dos escaños respecto a los 11 conseguidos por ICV e IU en el 2012. Consiguió poco menos de un 9% de los votos, lo que constituye un indudable fracaso para Pablo Iglesias, que debilita gravemente la posición de Podemos en el escenario preelectoral gallego y valenciano. Sin embargo, estos votos no deberían contar ni a favor ni en contra de la independencia. En dicha coalñición coexisten independentistas, federalistas y confederalistas y la coalición como tal defiende el derecho a decidir, aunque se defina en contra de una declaración unilateral de independencia.
De lo expuesto, es evidente que el independentismo gana también en votos (47,8%), frente al 39.4% del unionismo y el 11,4% (Unió y Catalunya sí que es Pot) que apuesta por el derecho a decidir y por una conformación plurinacional del Estado.
Naturalmente que la voluntad plebiscitaria sería más evidente si la suma de votos de Junts per el Sí y la CUP hubiera sobrepasado el 50%. Pero las cuentas hay que echarlas sin sumar manzanas con peras, como hoy coinciden en hacer todos los periódicos de Madrid y ayer hicieron todas las grandes cadenas estatales de radio y TV.

Catalunya: gañou o independentismo

As opcións independentistas gañaron amplamente a maioría absoluta en escanos nas eleccións catalás coa meirande participación da historia (máis do 77%). Junts pel Sí (coalición transversal entre Convergència e Esquerra coa achega de sectores cidadáns non partidarios) obtivo 62 escanos (9 menos ca a suma dos dous partidos no 2012) con case o 40% dos votos, mentres que as CUP, cun 8,1% subiron de 3 a 10. O número de escanos e de votos entre as tres forzas independentistas fica substancialmente Igual (soben ao 47,8% dende o 47,7% do 2012, 72 deputados fronte a 74, co limiar da maioría absoluta en 68 dos 135 escanos), malia o extraordinario incremento da participación e a defección dos democristiáns de Unió, terceira vía que ficou ás portas do Parlament con menos do 2,5% dos votos.
O unionismo do PP, PSC e C´s obtivo un 39,4% dos votos, salientando o extraordinario suceso da formación de Albert Rivera, que sobe de 9 a 25 escanos, cun 18% de voto, acadando a segunda posición. Miquel Iceta safou perdendo só 4 escanos (tiña 20 e terá 16), cun discreto 13% de votos que serve de consolo ao que foi gañador en Catalunya nas xerais do 2004 e do 2008. Mais o PP foi o grande derrotado da noite, con 11 escanos (tiña 19) e menos do 8,5% dos votos, partillando resultados relativos coas CUP e con Catalunya sí que es Pot, que obtivo os mesmos 11 escanos ca o PP.
A outra suposta terceira vía, a coalición de Podemos Cat, Iniciativa per Catalunya – Els Verds (ICV) e a filial catalá de IU foi a segunda grande derrotada, ao baixar dous escanos a respecto dos 11 acadados por ICV e EU no 2012. Acada pouco menos dun 9%, o que constitúe un indubidábel fracaso para Pablo Iglesias, que mesmo enfeblece a posición de Podemos no escenario preelectoral galego. Porén, estes votos non haberían contar nin a prol nin en contra da independencia, ao se definir a coalición a prol do dereito a decidir, mais en contra dunha declaración unilateral de independencia.
Velaí que o independentismo gañe tamén en votos (47,8%), fronte ao 39.4% do unionismo e o 11,4% (Unió e Catalunya sí que es Pot) que aposta polo dereito a decidir e por unha conformación plurinacional do Estado.
As cousas han mudar e moito. En Catalunya e no resto do Estado.

La lista de unidad catalana demuestra que el soberanismo sigue dominando los tiempos

El líder de CDC, Artur Mas, y el de ERC, Oriol Junqueras, han sabido aparcar sus importantes diferencias (y su indiscutible rivalidad personal) para integrar juntos una candidatura de claro predominio ciudadano, con la mente puesta en ganar las próximas elecciones autonómicas del 27 de septiembre, que ambos plantean como plebiscitarias. Todo el soberanismo concurrirá unido, salvo los antisistema de la CUP que aportarán votos incompatibles con los planteamientos centristas de Convergència. Recientes encuestas dan a este tipo de formulación electoral posibilidades de mayoría absoluta, que no aparecían en las encuestas del pasado otoño.
Fuera de Catalunya e incluso fuera de Europa cada quien tendrá su opinión sobre la posibilidad objetiva de que aquel país mediterráneo se independice del Estado español. Pero haría bien cualquier observador foráneo en evitar los medios madrileños como fuente de información sobre la evolución política catalana. Porque son de una descarada parcialidad y, además, no dan una.
Madrid (y alguna discutida política catalana como la líder territorial del PP Alicia Sánchez Camacho) habían ya sentenciado al president Mas y, en general, al soberanismo. El llamado “soufflé independentista” bajaba -supuestamente- y las disensiones en el soberanismo eran ya irreconciliables.
Pero Artur Mas y el líder de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), Oriol Junqueras, llegaron al acuerdo que no había sido posible en noviembre pasado para presentarse juntos a las elecciones autonómicas que Mas convocará, disolviendo el Parlament, el próximo 3 de agosto. Unas elecciones que ambos califican de plebiscitarias.

Unidad ciudadana desde la sociedad civil
Pero el acuerdo fue posible porque los dos partidos CDC y ERC (a los que se han unido las escisiones de los democristianos de Uniò Democrática de Catalunya -Demòcrates de Catalunya- y de los socialistas catalanes del PSC -Moviment d’Esquerres-) fueron conscientes de que ha sido el liderazgo de las organizaciones que vertebran la sociedad civil el que ha permitido este acuerdo ciudadano. Fundamentalmente el liderazgo de la Assemblea Nacional Catalana (ANC), organizadora de las demostraciones callejeras más importantes cuantitativamente de la reciente historia europea, con ocasión de las últimas Diadas del Onze de Setembre, en 2012, 2013 y 2014.
Por ello se ha procurado manifestar ante la ciudadanía catalana este predominio social, ciudadano, respecto de los partidos. La lingüista y ex presidenta de la ANC, Carme Forcadell será la nº 2 por Barcelona, mientras que la economista y presidenta de Òmnium Cultural será la nº 3. Artur Mas será el nº 4 y Oriol Junqueras el nº 5, aunque nominados respectivamente para la presidencia y la vicepresidencia de la Generalitat. El nº 6 será el presidente de la organización de castellanohablantes por la independencia Súmate.
Cuidadosamente calculada parece la elección del nº 1 de la candidatura, el ex eurodiputado de Iniciativa Els Verds (ICV) Raül Romeva, de nítido perfil ecologista, pacifista y de izquierdas. Sin duda un perfil para disputar los votos a la coalición de ICV con Podem, Guanyem y otras fuerzas que pretende situarse por encima de la disputa soberanismo vs constitucionalismo, a través de un genérico y descafeinado reconocimiento abstracto de un derecho a decidir de Catalunya sin traducción práctica en la agenda politica.

Expectativas favorables al soberanismo
Los anticapitalistas asamblearios de la Candidatura d’Unitat Popular (CUP) han quedado, sin embargo, al margen del acuerdo, toda vez sólo estaban dispuestos a integrarlo si la lista unitaria integrarse sólo personas vinculadas a la sociedad civil y nunca políticos (CdC y ERC se reparten al 60-40% los puestos de la lista no reservados para representantes ciudadanos o a Demòcrates de Catalunya y al Moviment d’Esquerres). Pero hasta esta circunstancia parece aliarse a favor de los eventuales buenos resultados del soberanismo, ya que la CUP va a atraer el independentismo de extrema izquierda e incluso sectores próximos a la tradición libertaria catalana que dificilmente apoyarían una candidatura que integre a Mas.
El propio periódico barcelonés La Vanguardia, ciertamente alejado de los postulados soberanistas desde que Màrius Carol (hombre íntimamente vinculado a su editor, el Conde de Godó) accedió a su dirección, ha modificado su línea para situarse más próximo al soberanismo que a lo que denomina “inmovilismo” de Rajoy y del PP, quizás consciente de que una clara derrota del soberanismo bloquearía cualquier mejora del autogobierno catalán.

No existen bloques en Catalunya
Y es que aunque sólo un 44% de catalanes apoyarían la independencia frente a un 48,4% que la rechaza (según la misma encuesta de la pasada semana de La Vanguardia que daba a una lista unitaria soberanista la eventual mayoría absoluta), casi el 80% está a favor de que la ciudadanía catalana decida su nivel de autogobierno y el 74% están a favor de incrementarlo sustancialmente. Es decir, son amplísima mayoría los que están a favor de un autogobierno más amplio y del derecho a decidir de los catalanes.
Al tiempo, parece generalizada la idea de que los partidos constitucionalistas, singularmente el PP y Ciudadanos (C`s) carecen de proyecto para Catalunya distinto al del inmovilismo, incluso acogiendo tesis abiertamente recentralizadoras, que parecen del agrado de un Albert Rivera mucho más pendiente de la acogida a sus propuestas en el resto del Estado.

Elecciones plebiscitarias
Lo que ya parece garantizado es el carácter eminentemente plebiscitario de la decisión catalana del próximo 27 de setembre, como han defendido Mas y Junqueras desde noviembre de 2014. Sin duda la participación será elevada y es poco probable que no se sientan convocados a votar muchos, quizás casi todos, como ya ocurrió el pasado 18 de septiembre en Escocia.