Agocharon a nosa historia

Cara mediados do século XIX, suprimidos o Reino de Galicia e o Principado de Catalunya no 1833 a medio de cadansúas divisións tetraprovinciais e suprimidos os foros navarros e vascos (1840) despois da guerra carlista, consolidada Isabel II como raíña, bótanse os alicerces dun Estado centralista que reivindica a organización política dunha única Nación. Promúlgase en 1851 a primeira lei de educación (a Lei Moyano) e comeza a desenvolverse unha historiografía que tenta explicar España como realidade unitaria con 2.000 anos de historia, agochando a substancial pluralidade política, lingüística e cultural que definiu a historia da península ibérica.
Deste xeito, priorízase o reino visigodo como precedente do actual Estado, subordinando o reino suevo de Galicia, primeira entidade política ou “regnum” da Europa postromana (409). Considérase a chegada dos musulmáns como unha invasión árabeafricana que cómpre reverter a medio dunha longa Reconquista, agochando que na meirande parte dos case oito séculos de presenza musulmá na península ibérica existiu boa convivencia entre xudeus, cristiáns e musulmáns e alianzas entre Estados cristiáns e musulmáns. E avalíanse como positivos e moi españois fenómenos de imposición militar e expansionista como a doma e castración do reino de Galicia (1479-1486) desenvolvida pola raíña de Castela, Isabel a Católica, e a supresión manu militari das liberdades dos reinos de Valencia (1707), Aragón (1711), Mallorca (1716), do Principado de Catalunya (1714) e do reino de Navarra e dos territorios históricos vascos (1840).
O primeiros destes historiadores casteláns foi Modesto Lafuente coa súa Historia general de España (1850) na que inventou un reino de Asturies despois transladado a León dende o absurdo da tradución do termo árabe “Jalikiah” (Galicia) das crónicas musulmanas por León, descoñecendo que Paulo Orosio a respecto da provincia romana de Gallaecia e o bispo Isidoro de Sevilla a respecto do reino suevo de Galicia afirmaban que Asturies e Cantabria eran parte da Gallaecia. Constrúese, entón, un relato asturleonés para agachar a realidade da potencia do reino de Galicia construtor da identidade europea a medio do Camiño xacobeo.
Non fomos os galegos os únicos prexudicados por este roubo da memoria. Porque esta historiografía española defendeu tamén un rol subordinado de Catalunya a respecto de Aragón, esquecendo que a Coroa catalá-aragonesa era unha confederación de catro territorios na que sobranceaba o Principado catalán, que foi o que se abriu ao Mediterráneo conquistando Sicilia, Sardeña e Nápoles. E a mesma historiografía agachou sempre que o reino de Pamplona fundado por Eneko Aritza era un reino vascón que falaba euskera e que se espallaba entre os ríos Garona e Ebro.
Agocharon a nosa historia. E aínda tentan agochala.

¿Deja el 12 octubre un relato cargado de supremacismo y extremismo?

La derecha extrema del PP y la extrema derecha de Vox se han rearmado con un relato del 12 de octubre lleno de supremacismo español y falto de rigor histórico, mientras el Estado español sigue celebrando su fiesta civil exclusivamente mediante la demostración de fuerza militar.
Somos millones los ciudadanos del Estado que no nos sentimos españoles y que, quizás, en algún momento de nuestras vidas, se nos pudo ganar para una convivencia plurinacional.
Pero lo cierto es que el Estado español, a lo largo de los 43-45 años transcurridos desde la transición, solo ha demostrado una única manera de concebir España: la uninacional castellana, que es, además, la que conviene a sus élites extractivas, presentes en la Monarquía borbónica desde primeros del siglo XVIII, presentes -omnipresentes- desde Felipe V a Felipe VI, pasando por Franco y Juan Carlos I.

El mensaje habitual del 12-O
Un año más, hemos asistido a una “fiesta nacional española” construida en torno a una fecha que conmemora una historia de conquista, sometimiento y colonización, por la que en numerosas ocasiones tanto los pueblos indígenas americanos, como sus dirigentes políticos y sociales, desde López Obrador hasta Evo Morales, pasando por el papa Francisco y por muchos de los mejores autores literarios en lengua castellana del siglo XX, han exigido unas disculpas nunca comunicadas por la Monarquía borbónica o por los sucesivos gobiernos del Estado. Claro es que España nunca ha pedido tampoco disculpas por la atroz represión sufrida por el País Valenciano, Aragón, Catalunya y les Illes (respectivamente desde 1707, 1711, 1714 y 1716) ni tampoco por la doma e castración do reino de Galicia (desde 1480) o por la represión vasca posterior a las guerras de 1833-1840 y 1872-1876.
Una vez más, el Estado no celebra su fiesta civil con demostraciones populares, culturales, recreativas, gastronómicas, familiares o deportivas ni con celebraciones de masas, sino con un costoso desfile militar. La España de 2021, gobernada por la coalición de las izquierdas estatales PSOE-Unidas Podemos-En Comù Podem-Galicia en Común, sólo sabe reivindicarse y mostrarse al mundo desde la demostración de la fuerza bruta militar. Lástima que este año la Patrulla Águila (que invadió los cielos de Santiago de Compostela el pasado 25-Xullo con su humareda roja y gualda, en clara provocación frente a las 25.000 personas de la habitual manifestación soberanista del BNG) haya pintado sorpresivamente Madrid con los colores de la bandera republicana. Miren vds, parece que hay personas infiltradas en todos los sitios.

La derecha unionista quiere ganar la batalla del relato
Pero este año hemos asistido a mensajes desde la derecha extrema del PP y desde la extrema derecha de Vox que avanzan un salto cualitativo respecto del mensaje de siempre.
En las recientes convenciones del PP y de Vox y en otros eventos inmediatos tanto Aznar, como Díaz Ayuso, Esperanza Aguirre o Aleix Vidal-Quadras han defendido un relato supremacista y extremista respecto, tanto de la monarquía y constitución españolas, como del proceso de conquista y colonización americanas, equiparando las reivindicaciones indigenistas americanas con los soberanismos catalán, vasco o gallego. Equiparando como realidades enemigas tanto la identidad de los pueblos de América como la de las naciones sucesivamente sometidas por la fuerza bruta (1476-80 Galicia, 1707 País Valencià, 1714 Catalunya, 1833-1840 Euskadi y Nafarroa) y progresivamente minorizadas por la Monarquía castellana, después borbónica.

La izquierda española no tiene un relato alternativo
Desgraciadamente la izquierda española no tiene -ni tuvo- relato alternativo al histórico-identitario-territorial de la derecha española. Disculpen, si es posible que defiendan un relato alternativo (y hacen bien) en lo referente a la colonización americana, porque siempre han demostrado preocuparse más por la salud y el futuro del quechua, aymana o swahili que por el del catalán, euskera y gallego. Pero el relato que no han confrontado nunca en su vida es el de la supuesta existencia de una nación española de 500 años de duración, el que niega que Catalunya constituyó el pal de paller de la Corona confederal catalano-aragonesa, conquistando Córcega, Cerdeña, Sicilia y parte de Grecia, mientras su comercio dominaba el Mediterráneo, con consulados abiertos en toda el área. O el que niega que el reino de Pamplona, fundado por Eneko Aritza, era un reino euskaldun que constituyó la primera potencia de la península ibérica en la primera mitad del siglo XI. O que niega que el reino suevo de Galicia (siglo VI) fue el primer regnum de la Europa posterior al Imperio Romano y que el reino de Galicia y León de Afonso VII, en la primera mitad del siglo XII y de Afonso VIII y Fernando II (1158-1230) tenía su núcleo central en Compostela, siendo el Pórtico da Gloria la cristalización de esta época dorada, que acaba con la unión personal del Reino de Galicia con el de Castilla bajo Fernando III, en 1230.

Relatos nacionales contra el supremacismo borbónico-unionista
Por ello es necesario constatar que la derecha española está ya en modo “guerra cultural” y que va a dar la batalla en la escuela, en la Universidad, en la empresa, en las redes sociales, en los medios digitales e impresos y en las TV y radios. Y frente a este río de lava tóxica es necesario fortalecer y afinar los relatos que expliquen la historia de nuestras naciones (catalana, gallega o vasca), el carácter democrático y no agresivo de nuestros soberanismos y la capacidad de los mismos para integrar, de modo transversal, a casi todas las personas, también a aquellos para quienes la religión católica, la escuela concertada o los valores familiares tradicionales constituyan una referencia de vida. O a aquellos que confíen en reformas económicas transformadoras que avancen en una convivencia mucho más igualitaria o exijan construir una convivencia en las que la igualdad entre hombres y mujeres y la integración de pleno derecho de los colectivos LGTBI sean políticas transversales rectoras de la acción, tanto de gobierno como de oposición.
Desde el soberanismo catalán, vasco, gallego o valenciano la reivindicación de la unidad europea (quizás, casi seguro, de otra unidad europea), de los valores liberales y democráticos, de un claro espíritu de tolerancia y acogida, deben servir para demostrar que hay otro camino frente al camino supremacista, excluyente y extremista que ha elegido la derecha unionista española y que no es capaz ni de frenar -ni siquiera de criticar en el ámbito de las ideas- la izquierda española.

España non mira polo noso

Vaia balbordo o do Brexit! Porque outravolta o PSOE de Sánchez mercoulle á dereita española o seu concepto de España como realidade uninacional plurisecular para centrar a súa oposición ao acordo UE-Reino Unido (UK) sobre o Brexit no estatuto de Xibraltar. Oposición seica xa retirada arestora por mor dun acordo político, por certo non vinculante xuridicamente.
A Galicia e á súa cidadanía nada lle importa esa andrómena caduca de Xibraltar. O que nos importa de verdade, nesta andaina do Brexit, son os dereitos dos armadores e pescadores galegos nos caladoiros do UK, os dereitos dos moitos millares de galegxs que estudan e traballan no UK e máis as regras que garantan, non só o desarme alfandegario, senón o desarme normativo (que é moi outra cosa) a respecto das moi importantes exportacións galegas ao UK.
Porque nesta UE os territorios subestatais, mesmo coa autonomía de Escocia ou Euskadi, non teñen voz real ningunha. Velaí a cerna do problema do “Brexit”: a República de Irlanda, un Estado independente, acadou do Goberno do UK un acordo de definitiva supresión da fronteira entre a devandita República e o territorio británico do Ulster, a Irlanda do NE, nos acordos do Venres Santo de 1998. Agora isto é causa finita, en canto que a escocesa decisión contra o Brexit no referéndum de xuño de 2016 (62% vs 38%) non ten valor ningún. Por que? Porque Escocia non é un Estado independente e Irlanda si.
Claro é que hai menos dun ano Juncker, Presidente da Comisión Europea, dixo que Europa era ingobernábel con 90 Estados. Abofé que ten razón. O seu luxemburgués Grande Ducado, inventado como entidade política no 1867, é un Estado de tradición. Saberá Juncker que as raíces do Reino de Galicia chegan ao século V e as dos Condados cataláns, o condado de Flandres, o Ducado de Bretaña, o ducado de Bavaria, o reino de Escocia ou o reino euskaldún de Navarra remóntanse ao século IX?
Na Europa dos 27, sete Estados (Chipre, Malta, as bálticas Lituania, Letonia ou Estonia, Eslovenia e Luxemburgo) teñen menos poboación e non máis dereito internacional como Galicia para axir como Estados independentes.
Decátase a Unión Europea que ten que se organizar en base aos seus pobos reais e non aos seus Estados máis ou menos impostos para poder enfrontar o seu dubidoso futuro cun mínimo éxito?

Quen adoutrina?

A historiografía española do século XIX construíu un relato que databa España como realidade unitaria dende os godos e que explicaba a Idade Media como un proceso de Reconquista dende o reino de Asturies de D. Paio até os Reis Católicos. España como nación xurdiría hai máis de 500 anos, cos Reis Católicos. Galicia sería parte secundaria do Reino de Asturies-León, Catalunya parte secundaria da Coroa aragonesa e Biscaia parte secundaria de Castela, mentres se agachaba a euskaldunidade do Reino de Navarra.
Velaí a historia que deprendemos xeracións enteiras. E resulta que non había tal. A historiografía recente redescobriu a centralidade de Galicia na historia ibérica e europea. Fomos o primeiro “regnum” da Europa, cos suevos, no século V. Os cronistas árabes e francos dos séculos IX e X descoñecían os reinos de Asturies ou León e nomeaban Galiza ao grande reino occidental, para distinguilo da España musulmá. Até principios do século XIII o Reino occidental é un Reino galego, de reis galegos, que ten en Compostela o seu referente.
O euskaldún Eneko Ariza fundou o Reino vascón de Pamplona, que axiña integrou todos os territorios de fala basca agás o Señorio de Biscaia e chegou ser o principal Reino cristián da península, canda o de Galicia (que integraba tamén León e Asturies) no século XI. Biscaia, pola súa banda, mantivo a súa independencia asumindo voluntariamente ao Rei de Castela como Señor de Biskaia. A independencia de feito de Biscaia e Navarra (os dous referentes políticos de Euskadi ao longo da historia) chegou até mediados do século XIX e explica a vixencia do concerto vasco e do convenio para recadar os tributos.
O Conde de Barcelona unificou no século X os demais condados cataláns e converteuse por matrimonio no Rei de Aragón en 1134. A unión catalanoaragonesa respectou a independencia de ambos os dous territorios. No século XIII, o rei Jaume I conquistou Mallorca con cataláns e o País Valencià na súa meirande parte con cataláns e nalgunhas comarcas do interior con aragoneses. A Coroa catalanoaragonesa respectaba a plena autonomía dos Reinos de Mallorca, Valencia e Aragón e do Principat catalá, que constituía o núcleo esencial da Coroa. Os cataláns chegaron conquistar Sardeña, Sicilia e Nápoles.
Quen adoutrina?